Todo el que se aventura más allá de la doctrina de Cristo y no permanece en ella, no está unido a Dios. En cambio, el que permanece en su doctrina está unido al Padre y también al Hijo.

2 San Juan 1:9

 

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Porque no existe bajo el cielo otro Nombre, el de Jesucristo, dado a los hombres, por el cual podamos alcanzar la Salvación.

Hechos 4:12

 

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El que cree en Jesucristo, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

San Juan 3:18

 

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Dios nos dió la Vida eterna, y esa Vida está en su Hijo. El que está unido al Hijo, tiene la Vida; el que no lo está, no tiene la Vida.

1 San Juan 5:11

 

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¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ese es el Anticristo: el que niega al Padre y al Hijo.

1 San Juan 2:22

 

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Por esto, os dije que moriréis en vuestros pecados. Sí, si no creéis que yo soy el Cristo, moriréis en vuestros pecados.

San Juan 8:24

 

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Esta es la Vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu Enviado, Jesucristo.

San Juan 17:3

 

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Reza con nosotros diariamente el Santo Rosario Católico de 15 misterios.

Te salvarás tú y salvarás las almas de muchos.

 

Esta Catequesis Católica Tradicional del Magisterio de la Iglesia, enseña la sana Doctrina de Jesucristo, verdadero Hombre y verdadero Dios, y se opone a todas las falsas enseñanzas diabólicas vaciadas de Jesucristo, que no han sido reveladas por Dios, como la falsa enseñanza de los seguidores del inválido Concilio Vaticano II, que incluso adoptan falsamente el nombre de Católicos, sin serlo.

San Mateo 28:18 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Todo poder me ha sido dado en el cielo y sobre la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a conservar todo cuanto os he mandado. Y mirad que Yo con vosotros estoy todos los días, hasta la consumación del mundo.

Esta debe ser la fe de los que se llamen a si mismos Católicos. A los que veáis que no están conformes con bautizar y enseñar a todos los pueblos, para conseguir de Dios su Salvación, no les consideréis Católicos, porque no lo son, son protestantes de la Sagrada Palabra de Dios. Estos son de corazón pagano, se oponen al Espíritu Santo de Dios, se han autoexcluido del Cuerpo de la Iglesia, están excomulgados, y han renunciado a su propia Salvación, que pasa por conseguir la Salvación de los demás. Fuera de la Iglesia no hay Salvación.

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Padre Nuestro

Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras pecados, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal. Amén.

 

 

 

 

Ave María

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

 

 

 

Bendita sea tu pureza

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A Ti, celestial Princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón. Mírame con compasión no me dejes Madre mía.

 

 

Credo del los Apóstoles

Creo en Dios Padre Todopoderoso; 

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; que nació del Espíritu Santo y de la Virgen María; crucificado en tiempos de Poncio Pilato y enterrado; Al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos, está sentado a la diestra del Padre, De dónde ha de venir a juzgar a los vivos y los muertos. 

Creo en el Espíritu Santo, La Santa Iglesia, El perdón de los pecados; La resurrección de la carne. 

 

Gloria al Padre

Gloria al Padre, y al hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Obras de Misericordia

Obras de misericordia corporales:
1° Visitar a los enfermos.
2° Dar de comer al hambriento.
3° Dar de beber al sediento.
4° Dar posada al peregrino.
5° Vestir al desnudo.
6° Visitar a los presos.
7° Enterrar a los difuntos.

Obras de misericordia espirituales:
1° Enseñar al que no sabe.
2° Dar buen consejo al que lo necesita.
3° Corregir al que se equivoca.
4° Perdonar al que nos ofende.
5° Consolar al triste.
6° Sufrir con paciencia los defectos del prójimo.
7° Rezar a Dios por los vivos y por los difuntos.

 

 

Examen de conciencia de la noche

Antes de acostarte, es una buena costumbre cristiana hacer un pequeño examen sobre cómo ha transcurrido el día, y saber si te has acordado de Dios durante tu jornada (bastan con 2 ó 3 minutos). En la presencia de Dios, puedes responder interiormente a estas tres preguntas:
1. ¿Qué he hecho bien hoy?
(Dale gracias a Dios porque te ha ayudado)
2. ¿Qué he hecho mal hoy?
(Pide perdón a Dios)
3. ¿Qué podría haber hecho mejor?
(Puedes concretar un pequeño propósito en el que mejorar al día siguiente)

 

 

Al hacer tu confesión

Recuerda que, para confesarte bien, hacen falta cinco cosas:
1° Examen de conciencia, para recordar los pecados cometidos desde la última confesión bien hecha.
2° Dolor de los pecados, que es el arrepentimiento o la pena de haber ofendido a Dios, que es tu Padre.
3° Propósito de la enmienda, es decir, tener el propósito de no volver a cometerlos, de luchar por ser mejor (aunque por debilidad uno vuelva a caer).
4° Decir los pecados al confesor, con confianza y sinceridad, sin callar ningún pecado mortal por temor o vergüenza. Es bueno que te confieses también de los pecados veniales.
5° Cumplir la penitencia que te haya impuesto el sacerdote. Cúmplela cuanto antes

Se puede decir que una buena confesión tiene 4 C.
Clara: señalar cuál fue la falta especifica, sin añadir excusas.
Concreta: decir el acto o pensamiento preciso, no usar frases genéricas.
Concisa: evitar dar explicaciones o descripciones innecesarias.
Completa: sin callar ningún pecado grave, venciendo la vergüenza.

 

 

Al hacer un rato de oración mental

Al comenzar: Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes; te adoro con profunda reverencia, te pido perdón de mis pecados, y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía Inmaculada, San José, mi Padre y Señor, Ángel de mi guarda, interceded por mí.

Al terminar: Te doy gracias, Dios mío, por los buenos propósitos, afectos e inspiraciones que me has comunicado en esta meditación; te pido ayuda para ponerlos por obra. Madre mía Inmaculada, San José, mi Padre y Señor, Angel de mi guarda, interceded por mí.

 

 

Oración al Espíritu Santo

¡Ven, oh Santo Espíritu!: ilumina mi entendimiento, para conocer tus mandatos: fortalece mi corazón contra las insidias del enemigo: inflama mi voluntad…
He oído tu voz, y no quiero endurecerme y resistir.
diciendo: después.., mañana. ¡Ahora!,
no vaya a ser que el mañana me falte. ¡Oh, Espíritu de verdad y de sabiduría, Espíritu de entendimiento y de consejo, Espíritu de gozo y de paz!: quiero lo que quieras, quiero porque quieres, quiero como quieras, quiero cuando quieras…

 

 

Acto de contrición

¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Amén.

 

 

Jaculatorias

Son como «despertadores» de la presencia de Dios a lo largo del día
Santa María, esperanza nuestra, asiento de la Sabiduría, ¡ruega por nosotros!
Santa María, esperanza nuestra, esclava del
Señor, ¡ruega por nosotros!
Tuyo soy, para Ti nací, ¿qué quieres Jesús de mi?
¡Señor, que vea!; ¡Señora, que sea!
Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía.
¡Señor! ¡Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo!
Aparta, Señor, de mi lo que me aparte de Ti.
Jesús, María y José que esté siempre con los tres.

 

 

¡Oh señora mía!

(Ofrecimiento de obras)
¡Oh, Señora mía, oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a Vos; y en prueba de mi filial afecto os consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón: en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo vuestro, oh Madre de bondad, guardadme y protegedme como cosa y posesión vuestra. Amén.

 

 

Acordaos

Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, haya sido abandonado de vos. Animado con esta confianza, a vos también acudo, oh Madre, Virgen de vírgenes; y, aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, oh Madre de Dios, mis humildes súplicas, antes bien escuchadlas y atendedlas favorablemente.
Amén.

 

 

Ángelus

V. El ángel del Señor anunció a María
R. Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
Dios te salve, María…
V. He aquí la esclava del Señor.
R. Hágase en mi según tu palabra.
Dios te salve, María…
V. Y el hijo de Dios se hizo hombre.
R. Y habitó entre nosotros.
Dios te salve, María…
V. Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Oración: Te suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas, para que los que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la Encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y Cruz, seamos llevados a la gloria de su Resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

 

 

Reina del Cielo

(Regína cali)
Desde el domingo de Resurrección hasta Pentecostés
Y. Alégrate Reina del Cielo. ¡Aleluya!
R. Porque el que mereciste llevar en tu seno. ¡Aleluya!
Y. Ha resucitado según predijo. ¡Aleluya!
R. Ruega a Dios por nosotros. ¡Aleluya!
Y. Gózate y alégrate, Virgen María. ¡Aleluya!
R. Porque verdaderamente ha resucitado el Señor.
¡Aleluya!
Oración: ¡Oh Dios!, que por la Resurrección de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, te has dignado llenar el mundo de alegría, concédenos que por la intercesión de su Madre, la Virgen María, alcancemos los gozos de la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

 

 

 

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