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Yo dije: Ustedes son dioses.
El Padre y yo somos una sola cosa. Juan 10,30
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Templo de Jerusalén, Catequesis Católica para todas la edades
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Yo dije: Ustedes son dioses.
El Padre y yo somos una sola cosa. Juan 10,30
El Reino de Dios les será quitado a ustedes.
Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos. Mateo 21,43
Ellos vuelven a crucificar al Hijo de Dios y lo exponen a la burla de todos.
Es imposible renovarlos otra vez elevándolos a la conversión, ya que ellos por su cuenta vuelven a crucificar al Hijo de Dios y lo exponen a la burla de todos. Pablo. Hebreos 6.
Sois Templo del Espíritu Santo de Dios
Dios reside en nuestro interior. Dios decidió hacerse hombre como nosotros, dando un ejemplo que podamos imitar, pero no satisfecho, decidió regalarnos su Espíritu Santo, para que formemos todos un único cuerpo, el SUYO, el cuerpo de CRISTO. El Reino de Dios está aquí, esperando que lo abracéis. La vida eterna es conocer a Dios, si guardáis su palabra y vivís como ella, ya habéis visto a Dios y le habéis conocido.
Haceos atletas de Dios.
Jerusalén ciudad de Dios
»Vi además la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios, preparada como una novia hermosamente vestida para su prometido. Oí una potente voz que provenía del trono y decía: «¡Aquí, entre los seres humanos, está la morada de Dios! Él acampará en medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios».
Jerusalén es nuestra madre celestial.
Jesús es la salvación
El mismo Jesucristo nuestro Señor, así lo afirma, fuera de él no hay salvación. El Señor no ha venido a juzgar, sino a salvar a todas las personas. Es momento de mirar en nuestro interior y rectificar cuantas cosas no sean correctas y con el arrepentimiento ya tenemos garantizado su perdón, que a nadie le va a negar. El Señor ha dado su vida para salvarnos a todos, no juzguéis y mucho menos condenéis espiritualmente a vuestros hermanos. Si lo hacéis, en ese mismo instante notaréis la tristeza y el dolor en vuestra alma, que con vuestra obstinación se puede convertir en tristeza eterna. No olvidéis que el juicio de Dios es claro: Jesús quiere salvar a todos.